martes, 23 de marzo de 2010

Recuerdos de Vicky, 6.

Lo primero que pensé cuando recuperé la conciencia, fue que la intensa luz blanca que me rodeaba era la cosa más molesta que había visto en mi vida. Abrí los ojos con reticencia y parpadeando con el fin de ajustar mi vista a la luz, y poco a poco empecé a recuperar también los otros sentidos.
Ojalá no lo hubiera hecho.
Un dolor intenso me recorrió el cuerpo de cabo a rabo en cuanto intenté moverme tan solo un poco, y una voz que no reconocí se apresuró a decirme que no me moviera. Entorné la vista con dificultad y me di cuenta de que se trataba de una mujer, algo mayor, que vestía un uniforme de enfermera. Deduje, por tanto, que estaba en el hospital. Aquello me llevó a recordar el motivo de mi estancia allí: la pelea con Dave y sus amigos. Entonces caí en la cuenta de la inmensidad de preguntas que tenía por hacer, y me dirigí a la enfermera sin pensarlo dos veces en busca de información:
-¿cuánto…- me contuve unos segundos. Hablar también dolía.- ¿cuánto tiempo llevo aquí? ¿qué hora es?
-Las dos y media de la noche.
Abrí los ojos, sorprendida. Llevaba más de 5 horas fuera. La fiesta no solo habría terminado sino que seguramente Lill y los chicos habrían ido en mi busca.
-¿cómo he…llegado aquí?
La enfermera terminó de colocar lo que me parecieron una sarta exagerada de medicamentos sobre la mesilla que tenía a mi derecha, y me miró algo distraída:
-Recibimos una llamada de una chica muy alterada que nos exigió que enviáramos una ambulancia a por ti.- El tono con el que dijo la palabra “exigió” me confirmó que la chica en cuestión era Lilly. Suspiré. – Después entraste directamente a urgencias. Tenías, y de hecho tienes, una costilla rota y otra seriamente dañada. Por no mencionar los traumas que tienes alrededor de todo el costado. – me mordí el labio.- ¿Qué fue lo que te hicieron..?
Miré con gratitud a la enfermera.
-Solo me metí en una pelea, no es nada serio.- Antes de que me hiciera más preguntas, añadí.- La chica que les dijo dónde estaba, ¿ella sabe todo esto?
-De hecho no vino sola, vino acompañada de cuatro más de tus amigos, y se encargó de llamar a tus padres. Así que supusimos que tenía todo el derecho del mundo a saber qué te había ocurrido.
Volví a suspirar.
-No saben lo que han hecho. – La enfermera me miró extrañada.- acaban de liberar a la bestia…
Justo cuando ella iba a seguir interrogándome, la puerta de mi habitación se abrió de golpe. Por supuesto, era Lilly.
Empezó por gritar mi nombre completo (apellidos incluidos) y atravesó la habitación de dos zancadas hasta llegar a mi lado.
-¡SI VUELVES A DARME UN SUSTO COMO ÉSTE ME ASEGURARÉ DE QUE UNA COSTILLA ROTA SEA EL MENOR DE TUS PROBLEMAS!
Dicho esto, guardó silencio y se quedó mirándome fijamente, mientras intentaba calmar su respiración alterada. Yo simplemente correspondí su mirada con serenidad.
Segundos después, el labio inferior empezó a temblarle y sus ojos se inundaron de lágrimas, seguidos por uno de sus abrazos de oso y un llanto atronador.
Levanté mi brazo izquierdo y le di unas palmaditas.
-Ala, ala…
-Erez…erez un monztruo! –balbuceó.- ¿qué haría yo si…? ¡por culpa de…! Oh todo es tan…!!- alzó la cabeza y me miró con lágrimas en los ojos. Estaba tan mona!!- ¡Vicky!!
Volvió a abrazarme y siguió con su gimoteo incomprensible, a veces maldiciendo al mundo y otras reprochándome cosas, hasta que la enfermera que me había atendido intervino:
-Perdona, chica, ¿pero sabes dónde están sus padres?
Anda…se me había olvidado. Mi madre.
Pff….
-Han ido abajo a tomar un café un momento. Voy a ir a avisarles.- me miró unos segundos, se limpió el rostro con la manga y luego me dio un beso en la frente.- los demás también están fuera, les diré que entren cuando tu madre haya terminado de asesinarte por mí.- dicho esto se apresuró a salir.
Yo asentí con una media sonrisa, pero entonces una pregunta surgió en mi mente…
-¿Lilly…
-Lo siento, Vick.- dijo, sin volverse.- no hemos conseguido hablar con Jacke.
Con rapidez, quité mis pensamientos pesimistas sobre Jacke y me centré en el problema principal de esos momentos: mi madre era una histérica. A saber qué numerito habría montado cuando se enteró de mi estado o de dónde me habían encontrado. Y, ahora que lo pensaba más detenidamente, lo cierto es que lo único que todos sabían era que me habían dado una paliza. Cogí aire, indignada. ¡Nadie sabía que yo había ganado!
Tras esta deducción me preparé mentalmente para recibir a mi madre, las cosas que le diría para que volviera a dejarme salir por la noche sin ningún canguro (se pondría tan sicótica que probablemente no podría hacerlo hasta dentro de unos meses) y también en qué les diría a mis amigos.
Segundos después, mi madre entraba por la puerta gritando mi nombre completo (apellidos incluidos) y amenazándome con ir a prisión hasta que tuviera nietos.


La conversación que había tenido tanto con la histérica de mi madre como con el indignado de mi padre, me había dejado molida. De una manera que no logré explicarme conseguí convencerles de que se fueran a casa, ya que dejar solos a mis dos hermanos tampoco era una buena idea. Y me daba igual que uno de ellos tuviera más de veinte años.
Tuve que contarles lo de la pelea, aunque me salté varias partes que supuse que no tenían por qué saber (por supuesto, no omití el hecho de que yo había ganado, lo que me congratuló unas risas de mi padre y el reproche de mi madre). También les conté que sabía quiénes habían sido, que no había sido una simple pelea callejera. A lo que mis padres insistieron en denunciarlo a la policía, y yo estuve de acuerdo. Pero de eso ya me encargaría al día siguiente…
Cuando por fin se fueron, la enfermera volvió a entrar, y me preguntó si quería seguir con la visitas, ya que lo que tenía que hacer era descansar.
Pero a esas alturas no podía negarme a recibirles, menos si habían estado esperando toda la noche por mí. Así que ésta se marchó y minutos después la puerta se abría dejando paso a mis amigos.

Lill volvió a sentarse a mi lado derecho, y me apartó con cariño el pelo de la cara. Ann se colocó a mi izquierda y los chicos (tanto Shad como Ice), se acercaron.
-¿Cómo estás?- preguntó Shad. Me di cuenta de que nuevamente, su sonrisa, puesta así para tranquilizarme, no le llegaba a los ojos.

Ahora bien, esa pregunta tenía truco.
Si yo…por casualidad, estuviera mal, dolorida y con un poquito de jaqueca, pero aún con todo les dijera que estaba bien…no solo detectarían la mentira, sino que no la perdonarían. Si, por el contrario, una persona optimista (como mi persona), pudiera decir con tantas cosas encima que estaba bien, y saber que hablaba con total sinceridad, probablemente no la creerían.
Cría amigos para esto…
-No estoy bien, Shad. – respondí, sonriendo.- Pero tampoco estoy mal. Me duelen las heridas claro…Pero de…de aquí dentro- me llevé la mano al pecho- te puedo asegurar que estoy bien.
Durante unos segundos sostuvimos un duelo de miradas, hasta que Ice intervino:
-¿nos vas a contar qué ha pasado antes de que den las tres?
Le recriminé con la mirada.
Acto seguido, cogí aire y procedí a contarles la pelea, y esta vez no me dejé nada. Al terminar, Lilly casi me había roto la mano de tanto apretarla, Ice me miraba cavilando sobre lo que les había contado, y Ann, probablemente, procedería a irrumpir en incoherencias:
-¡como vea a ese imbécil le voy a pegar tal paliza que le dejaré estéril hasta que tenga nietos!
Como esas…
Shad, apoyado en la ventana, mantenía la cabeza baja y la mirada perdida en la lejanía.Había parecer que daba igual.
Daba igual lo que hiciera. En situaciones como ésta, en las que para mí era tan fácil verle el lado bueno a las cosas, él siempre escondía la tristeza en su mirada.
-Mañana voy a ir con mis padres a declararlo a la policía. O más bien tendrán que venir ellos aquí.- reí.- No pienso dejar que le haga esto a nadie más…

Ice suspiró. Parecía que Shad no era el único que pensaba más cosas de las que decía.
Así que yo empecé a frustrarme. ¿Qué habrían querido que hiciera? ¿Correr? ¡Esos idiotas me habrían pillado en otro lugar tarde o temprano! Además yo… ¿lo había hecho bien, no? Quiero decir…no es como si me hubiera rendido, precisamente.

-De…Deberíais dejar ya de preocuparos. Ya ha pasado lo peor.
Solo quería dejar de preocuparles. Odiaba saber que estaban así por mi culpa. Odiaba esas miradas…
-Todavía no lo entiendes, ¿verdad?- por fin Shad apartó la vista de la lejanía, dirigiéndose a mí.
De repente me pareció enfadado, y yo misma me enfadé al darme cuenta de ello. Por muy infantil que me pareciese.
Se dio la vuelta con brusquedad y se dispuso a salir por la puerta, cuando le detuve:
-¡Entonces explícamelo! ¿Qué parte he hecho mal?- el costado me recordó sin piedad mi situación con una punzada de dolor cuando me impulsé adelante, llevada por la frustración.- ¿Acaso hubieras preferido que huyera? Sabes que eso solo habría retrasado lo inevitable. Pensé que…Pensé que os sentiríais orgullosos de mí. Os lo he demostrado, ¿no?...Sé defenderme sola.

Apretaba inconscientemente la mano de Lilly, sin apartar de Shad la mirada. Éste no tardó en responder:
-¡Nos da igual si ganas o pierdes!- alzó la voz.- ¡Lo que hiciste fue una idiotez! ¿Es que no tenías el móvil para nada? ¿Qué te hubiera costado llamar a la policía en cuanto les vistes? O ni si quiera eso, Vicky, ¡a nosotros!
-¡Pero yo no quería involuc…
-¡Pero lo hiciste! ¿No te das cuenta de cómo nos hiciste sentir? Siempre estás diciendo que te hacemos parecer una idiota que no sabe cuidar de sí misma, ¡pero piensa un poco! ¡¿cómo nos has hecho parecer a nosotros esta noche?! – pegó con el puño en la pared.- Sabemos que puedes defenderte, pero eso no significa que no queramos protegerte a pesar de todo, ¡porque somos tus amigos! ¿Acaso has olvidado lo que eso significa?

No…No debió decir eso último.
Contuve la respiración, no podía hablar. Mi cabeza estaba llena de pensamientos que quería decirles, pero no conseguía ordenarlos.

-No sabes lo que duele.- susurró Shad.- No sabes lo que duele verte fingir que todo va bien, cuando no es así. ¡Deja ya de cometer acciones que solo son para tu propio beneficio! No peleaste con Dave para no preocuparnos, ¡lo hiciste por orgullo! Porque eres incapaz de enfrentarte a la realidad. – cogió aire, agitado.- Lo que más miedo me da es que sé que volverías a colgar esa llamada si te encontrases en la misma situación.
-Shad…-susurró Lilly.
Pero éste continuó.
-No querías preocuparnos y has conseguido preocuparnos más con toda esta farsa. ¡Recapacita! Y deja ya… ¡de ser tan egoísta!
-¡Shad, basta!- Lilly se levantó.

Sin embargo, ya era tarde. Él ya había dicho…esa palabra. Sentí que no podía mantenerme estable mucho tiempo más, así que cerré los ojos, suspiré, y los volví a abrir. Ahora mi mirada sólo se fijaba en la pared:
-Ya es tarde, chicos. Será mejor que nos vayamos todos a descansar.- Ann hizo un intento de interrumpir, pero no le di oportunidad.- Por favor.

Lilly cogió el relevo y echó a todo el mundo sin mediar palabra. Al final, solo quedaron ella y Shad. Vi cómo Lilly le miraba, y éste se dirigió una última vez a mí:
-Sólo piénsalo.

Dicho esto, salió por la puerta.
Lilly vino a mí y me besó en la frente. Después también se marchó, deseándome de corazón dulces sueños.
¿Que lo pensara? No había nada que pensar. Yo ya sabía todo eso.
Podría enfrentarme a unos matones y fingir que fue por el orgullo. Podría aguantar el dolor y a la vez echar unas risas. Pero lo cierto es que yo no era más que una cobarde incapaz de enfrentarse a sus amigos.
No había nada que pensar. Yo ya sabía todo eso.

Segundos después, la enferma entraba por la puerta:
-Parece que habéis discutido, ¿estás bien?
Me eché hacia atrás y me tapé con la manta, dando a entender que quería acostarme ya. Ella apagó la luz de la habitación.
-Sí… estoy bien.

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