martes, 23 de marzo de 2010

Recuerdos de Vicky, 6.

Lo primero que pensé cuando recuperé la conciencia, fue que la intensa luz blanca que me rodeaba era la cosa más molesta que había visto en mi vida. Abrí los ojos con reticencia y parpadeando con el fin de ajustar mi vista a la luz, y poco a poco empecé a recuperar también los otros sentidos.
Ojalá no lo hubiera hecho.
Un dolor intenso me recorrió el cuerpo de cabo a rabo en cuanto intenté moverme tan solo un poco, y una voz que no reconocí se apresuró a decirme que no me moviera. Entorné la vista con dificultad y me di cuenta de que se trataba de una mujer, algo mayor, que vestía un uniforme de enfermera. Deduje, por tanto, que estaba en el hospital. Aquello me llevó a recordar el motivo de mi estancia allí: la pelea con Dave y sus amigos. Entonces caí en la cuenta de la inmensidad de preguntas que tenía por hacer, y me dirigí a la enfermera sin pensarlo dos veces en busca de información:
-¿cuánto…- me contuve unos segundos. Hablar también dolía.- ¿cuánto tiempo llevo aquí? ¿qué hora es?
-Las dos y media de la noche.
Abrí los ojos, sorprendida. Llevaba más de 5 horas fuera. La fiesta no solo habría terminado sino que seguramente Lill y los chicos habrían ido en mi busca.
-¿cómo he…llegado aquí?
La enfermera terminó de colocar lo que me parecieron una sarta exagerada de medicamentos sobre la mesilla que tenía a mi derecha, y me miró algo distraída:
-Recibimos una llamada de una chica muy alterada que nos exigió que enviáramos una ambulancia a por ti.- El tono con el que dijo la palabra “exigió” me confirmó que la chica en cuestión era Lilly. Suspiré. – Después entraste directamente a urgencias. Tenías, y de hecho tienes, una costilla rota y otra seriamente dañada. Por no mencionar los traumas que tienes alrededor de todo el costado. – me mordí el labio.- ¿Qué fue lo que te hicieron..?
Miré con gratitud a la enfermera.
-Solo me metí en una pelea, no es nada serio.- Antes de que me hiciera más preguntas, añadí.- La chica que les dijo dónde estaba, ¿ella sabe todo esto?
-De hecho no vino sola, vino acompañada de cuatro más de tus amigos, y se encargó de llamar a tus padres. Así que supusimos que tenía todo el derecho del mundo a saber qué te había ocurrido.
Volví a suspirar.
-No saben lo que han hecho. – La enfermera me miró extrañada.- acaban de liberar a la bestia…
Justo cuando ella iba a seguir interrogándome, la puerta de mi habitación se abrió de golpe. Por supuesto, era Lilly.
Empezó por gritar mi nombre completo (apellidos incluidos) y atravesó la habitación de dos zancadas hasta llegar a mi lado.
-¡SI VUELVES A DARME UN SUSTO COMO ÉSTE ME ASEGURARÉ DE QUE UNA COSTILLA ROTA SEA EL MENOR DE TUS PROBLEMAS!
Dicho esto, guardó silencio y se quedó mirándome fijamente, mientras intentaba calmar su respiración alterada. Yo simplemente correspondí su mirada con serenidad.
Segundos después, el labio inferior empezó a temblarle y sus ojos se inundaron de lágrimas, seguidos por uno de sus abrazos de oso y un llanto atronador.
Levanté mi brazo izquierdo y le di unas palmaditas.
-Ala, ala…
-Erez…erez un monztruo! –balbuceó.- ¿qué haría yo si…? ¡por culpa de…! Oh todo es tan…!!- alzó la cabeza y me miró con lágrimas en los ojos. Estaba tan mona!!- ¡Vicky!!
Volvió a abrazarme y siguió con su gimoteo incomprensible, a veces maldiciendo al mundo y otras reprochándome cosas, hasta que la enfermera que me había atendido intervino:
-Perdona, chica, ¿pero sabes dónde están sus padres?
Anda…se me había olvidado. Mi madre.
Pff….
-Han ido abajo a tomar un café un momento. Voy a ir a avisarles.- me miró unos segundos, se limpió el rostro con la manga y luego me dio un beso en la frente.- los demás también están fuera, les diré que entren cuando tu madre haya terminado de asesinarte por mí.- dicho esto se apresuró a salir.
Yo asentí con una media sonrisa, pero entonces una pregunta surgió en mi mente…
-¿Lilly…
-Lo siento, Vick.- dijo, sin volverse.- no hemos conseguido hablar con Jacke.
Con rapidez, quité mis pensamientos pesimistas sobre Jacke y me centré en el problema principal de esos momentos: mi madre era una histérica. A saber qué numerito habría montado cuando se enteró de mi estado o de dónde me habían encontrado. Y, ahora que lo pensaba más detenidamente, lo cierto es que lo único que todos sabían era que me habían dado una paliza. Cogí aire, indignada. ¡Nadie sabía que yo había ganado!
Tras esta deducción me preparé mentalmente para recibir a mi madre, las cosas que le diría para que volviera a dejarme salir por la noche sin ningún canguro (se pondría tan sicótica que probablemente no podría hacerlo hasta dentro de unos meses) y también en qué les diría a mis amigos.
Segundos después, mi madre entraba por la puerta gritando mi nombre completo (apellidos incluidos) y amenazándome con ir a prisión hasta que tuviera nietos.


La conversación que había tenido tanto con la histérica de mi madre como con el indignado de mi padre, me había dejado molida. De una manera que no logré explicarme conseguí convencerles de que se fueran a casa, ya que dejar solos a mis dos hermanos tampoco era una buena idea. Y me daba igual que uno de ellos tuviera más de veinte años.
Tuve que contarles lo de la pelea, aunque me salté varias partes que supuse que no tenían por qué saber (por supuesto, no omití el hecho de que yo había ganado, lo que me congratuló unas risas de mi padre y el reproche de mi madre). También les conté que sabía quiénes habían sido, que no había sido una simple pelea callejera. A lo que mis padres insistieron en denunciarlo a la policía, y yo estuve de acuerdo. Pero de eso ya me encargaría al día siguiente…
Cuando por fin se fueron, la enfermera volvió a entrar, y me preguntó si quería seguir con la visitas, ya que lo que tenía que hacer era descansar.
Pero a esas alturas no podía negarme a recibirles, menos si habían estado esperando toda la noche por mí. Así que ésta se marchó y minutos después la puerta se abría dejando paso a mis amigos.

Lill volvió a sentarse a mi lado derecho, y me apartó con cariño el pelo de la cara. Ann se colocó a mi izquierda y los chicos (tanto Shad como Ice), se acercaron.
-¿Cómo estás?- preguntó Shad. Me di cuenta de que nuevamente, su sonrisa, puesta así para tranquilizarme, no le llegaba a los ojos.

Ahora bien, esa pregunta tenía truco.
Si yo…por casualidad, estuviera mal, dolorida y con un poquito de jaqueca, pero aún con todo les dijera que estaba bien…no solo detectarían la mentira, sino que no la perdonarían. Si, por el contrario, una persona optimista (como mi persona), pudiera decir con tantas cosas encima que estaba bien, y saber que hablaba con total sinceridad, probablemente no la creerían.
Cría amigos para esto…
-No estoy bien, Shad. – respondí, sonriendo.- Pero tampoco estoy mal. Me duelen las heridas claro…Pero de…de aquí dentro- me llevé la mano al pecho- te puedo asegurar que estoy bien.
Durante unos segundos sostuvimos un duelo de miradas, hasta que Ice intervino:
-¿nos vas a contar qué ha pasado antes de que den las tres?
Le recriminé con la mirada.
Acto seguido, cogí aire y procedí a contarles la pelea, y esta vez no me dejé nada. Al terminar, Lilly casi me había roto la mano de tanto apretarla, Ice me miraba cavilando sobre lo que les había contado, y Ann, probablemente, procedería a irrumpir en incoherencias:
-¡como vea a ese imbécil le voy a pegar tal paliza que le dejaré estéril hasta que tenga nietos!
Como esas…
Shad, apoyado en la ventana, mantenía la cabeza baja y la mirada perdida en la lejanía.Había parecer que daba igual.
Daba igual lo que hiciera. En situaciones como ésta, en las que para mí era tan fácil verle el lado bueno a las cosas, él siempre escondía la tristeza en su mirada.
-Mañana voy a ir con mis padres a declararlo a la policía. O más bien tendrán que venir ellos aquí.- reí.- No pienso dejar que le haga esto a nadie más…

Ice suspiró. Parecía que Shad no era el único que pensaba más cosas de las que decía.
Así que yo empecé a frustrarme. ¿Qué habrían querido que hiciera? ¿Correr? ¡Esos idiotas me habrían pillado en otro lugar tarde o temprano! Además yo… ¿lo había hecho bien, no? Quiero decir…no es como si me hubiera rendido, precisamente.

-De…Deberíais dejar ya de preocuparos. Ya ha pasado lo peor.
Solo quería dejar de preocuparles. Odiaba saber que estaban así por mi culpa. Odiaba esas miradas…
-Todavía no lo entiendes, ¿verdad?- por fin Shad apartó la vista de la lejanía, dirigiéndose a mí.
De repente me pareció enfadado, y yo misma me enfadé al darme cuenta de ello. Por muy infantil que me pareciese.
Se dio la vuelta con brusquedad y se dispuso a salir por la puerta, cuando le detuve:
-¡Entonces explícamelo! ¿Qué parte he hecho mal?- el costado me recordó sin piedad mi situación con una punzada de dolor cuando me impulsé adelante, llevada por la frustración.- ¿Acaso hubieras preferido que huyera? Sabes que eso solo habría retrasado lo inevitable. Pensé que…Pensé que os sentiríais orgullosos de mí. Os lo he demostrado, ¿no?...Sé defenderme sola.

Apretaba inconscientemente la mano de Lilly, sin apartar de Shad la mirada. Éste no tardó en responder:
-¡Nos da igual si ganas o pierdes!- alzó la voz.- ¡Lo que hiciste fue una idiotez! ¿Es que no tenías el móvil para nada? ¿Qué te hubiera costado llamar a la policía en cuanto les vistes? O ni si quiera eso, Vicky, ¡a nosotros!
-¡Pero yo no quería involuc…
-¡Pero lo hiciste! ¿No te das cuenta de cómo nos hiciste sentir? Siempre estás diciendo que te hacemos parecer una idiota que no sabe cuidar de sí misma, ¡pero piensa un poco! ¡¿cómo nos has hecho parecer a nosotros esta noche?! – pegó con el puño en la pared.- Sabemos que puedes defenderte, pero eso no significa que no queramos protegerte a pesar de todo, ¡porque somos tus amigos! ¿Acaso has olvidado lo que eso significa?

No…No debió decir eso último.
Contuve la respiración, no podía hablar. Mi cabeza estaba llena de pensamientos que quería decirles, pero no conseguía ordenarlos.

-No sabes lo que duele.- susurró Shad.- No sabes lo que duele verte fingir que todo va bien, cuando no es así. ¡Deja ya de cometer acciones que solo son para tu propio beneficio! No peleaste con Dave para no preocuparnos, ¡lo hiciste por orgullo! Porque eres incapaz de enfrentarte a la realidad. – cogió aire, agitado.- Lo que más miedo me da es que sé que volverías a colgar esa llamada si te encontrases en la misma situación.
-Shad…-susurró Lilly.
Pero éste continuó.
-No querías preocuparnos y has conseguido preocuparnos más con toda esta farsa. ¡Recapacita! Y deja ya… ¡de ser tan egoísta!
-¡Shad, basta!- Lilly se levantó.

Sin embargo, ya era tarde. Él ya había dicho…esa palabra. Sentí que no podía mantenerme estable mucho tiempo más, así que cerré los ojos, suspiré, y los volví a abrir. Ahora mi mirada sólo se fijaba en la pared:
-Ya es tarde, chicos. Será mejor que nos vayamos todos a descansar.- Ann hizo un intento de interrumpir, pero no le di oportunidad.- Por favor.

Lilly cogió el relevo y echó a todo el mundo sin mediar palabra. Al final, solo quedaron ella y Shad. Vi cómo Lilly le miraba, y éste se dirigió una última vez a mí:
-Sólo piénsalo.

Dicho esto, salió por la puerta.
Lilly vino a mí y me besó en la frente. Después también se marchó, deseándome de corazón dulces sueños.
¿Que lo pensara? No había nada que pensar. Yo ya sabía todo eso.
Podría enfrentarme a unos matones y fingir que fue por el orgullo. Podría aguantar el dolor y a la vez echar unas risas. Pero lo cierto es que yo no era más que una cobarde incapaz de enfrentarse a sus amigos.
No había nada que pensar. Yo ya sabía todo eso.

Segundos después, la enferma entraba por la puerta:
-Parece que habéis discutido, ¿estás bien?
Me eché hacia atrás y me tapé con la manta, dando a entender que quería acostarme ya. Ella apagó la luz de la habitación.
-Sí… estoy bien.

sábado, 20 de febrero de 2010

Recuerdos de Vicky, 5.

Así que el chaval buscaba pelea eh? Pues teniendo en cuenta el humor que traía no iba a resultarle muy difícil encontrarla. Y, en aquellos momentos, el hecho de que fueran cerca de cinco tipos corpulentos (y, en mi opinión, que sufrían escasez de neuronas) solo me alentaba.

- ¿qué pasa Dave? ¿no tuviste suficiente con que te tumbara una vez?

Su rostro de ser superior cambió en cuanto le dije eso, y con una mueca le hizo una señal a sus amigos que no supe interpretar. Me alejé de él, por pura cautela, y me giré para tenerlos vigilados a todos. Estaban cercando un círculo a mi alrededor, dejando ya en evidencia el hecho de que buscaban pelea.
Ciertamente, Dave era famoso por ser el tipo chico guapo que hace de “malo”. Existían numerosos rumores sobre él, pero yo no era la típica chica influenciable que se creía cuanto oía. Aún así, siempre los escuché todos, y en ese momento un par de comentarios aparecieron en mi mente. “Le arrestaron por meterse en peleas”, “Está metido en una banda”, “Lo que quiere lo consigue”. Cuando distintas personas te hablan sobre una misma cosa de la misma manera, das por entendido que es porque esa cosa es así. Y, en caso de que una persona escéptica quisiera opinar al respecto, tendría que probarlo por sí misma.
¿Será que soy escéptica..?Mmmmm….

- No debiste echarme de la fiesta.- dijo, el “malo” de Dave- Yo que quería divertirme…

- Podrías haberlo hecho sin necesidad de arruinar mi diversión, Dave.- repliqué, apretando los dientes.
Él se rió y se acercó a mí. No retrocedí ni un ápice, segura de que lo hacía más por el orgullo que por la valentía.

- Pues entonces vamos a divertirnos ahora…

Alcé las manos para empujarle porque estaba empezando a sacarme de quicio, pero uno de sus amigos se movió más rápido de lo que esperaba. Me sujetó los brazos por detrás mientras sus amigos se reían. Empecé a ponerme nerviosa, pero sobre todo estaba furiosa.
- ¡suéltame, Idiota!- intenté zafarme de ese niñato, pero Dave captó mi atención.

El muy imbécil me puso una mano en la cintura mientras que con la otra me quitaba el pelo de la cara.

- Sshh…¿no quieres que te hagan daño verdad?

El idiota que me sujetaba los brazos me los estaba reteniendo bastante bien, no podía moverlos! Y en ese momento Dave empezó a subir la mano que tenía en mi cintura…hasta que llegó a un punto en el que le propiné una patada en los mismísimos y le pisé con todas mis fuerzas el pie derecho al chico que me sujetaba. El caos que logré causar entre ambos me proporcionó la oportunidad de zafarme de mi prisión y alejarme de ellos, sabiendo que los otros tres no tardarían en venir a socorrerlos. Estaba decidida a mantener la calma, pero sería ingenuo decir que no tenía miedo. Por unos segundos lo había pasado realmente mal…Siempre pensé que la fuerza no debería ser el factor más importante en una pelea, y ciertamente, acaba de demostrarlo. Aún así, si me volvía a coger alguno de esos tipos…
Yo estaba decidida a no correr, así que como ya había tomado la decisión de quedarme, iba a ir con todas. Lo primero que me hacía falta: confianza.
Dos de los del grupo venían por mí con cara de pocos amigos mientras que los otros restantes intentaban poner a Dave de pie. Y ahí estaba yo, frente a cinco tíos que me superaban en fuerza, en un callejón dejado de la mano de Dios y con la vana esperanza de que no me estropeara la ropa para que Lilly no notara nada cuando volviera.
Bueno, dicen que de ilusiones se vive…

Al pobre idiota que se me acercó por la izquierda la engañé con un falso puñetazo que acabó convirtiéndose en patada a la mandíbula, después me agaché y utilicé una de las técnicas que más miedo me daba con el otro chico: le sujeté con una mano el gemelo mientras que con la otra empujaba la rodilla en dirección contraria, provocando su caída. Cayó encima de su amigo, lo que me dio algo más de tiempo.
Pero cuando me di la vuelta ya estaban los demás yendo por mí con Dave a la zaga. Uno de ellos consiguió cogerme con fuerza del brazo, y me empujó contra la pared con violencia. Por un momento me quedé sin respiración por el impacto, pero no pensaba dejarme arrinconar.
Me eché a un lado y pateé en pleno estómago con toda la fuerza que pude al que tenía más cerca. Oí que algo crujía.
Entonces volví a sentir la presión en el brazo derecho: era Dave. Me giré para pegarle un puñetazo en plena cara, pero uno de sus compinches me cogió el puño, y ayudado por uno más me cogieron ambos brazos. En menos de tres segundos estaba otra vez cogida por dos tíos mientras Dave me agarraba del cuello con rabia contenida. Detrás de él, el chico al que había pegado en el estómago se retorcía de dolor en el suelo, y un amigo suyo, cuya nariz sangraba, le ayudaba.
- Voy a hacer que te arrepientas de esto, zorra!
Empezó a apretar mi cuello, y realmente llegué a preocuparme de que me quedara sin aire. Intenté forcejear pero no conseguí moverme, ni si quiera un poco. Entonces uno de sus amigos, el que me sujetaba el brazo izquierdo, empezó a ponerse nervioso. Le llamó un par de veces hasta que éste reacción y quitó el brazo de mi cuello, asqueado.

- Ahora sí que voy a divertirme…- replicó.

Antes de que me diera tiempo a prepararme algún comentario sarcástico, me propinó un puñetazo en la cara. Realmente dolió. Noté el sabor de la sangre en el labio…
Bueno, me había pasado la vida practicando cómo pegar un puñetazo, supuse que no estaba tan mal que yo misma notara cómo era. Pero ahora…no habría nada que pudiera ocultarle a mis amigos. Evidentemente, me había metido en un buen lío.
Sus amigos le rieron la gracia, lo que pareció alentarle, ya que volvió a pegarme otro puñetazo en el estómago. Creí que ya había pillado el concepto de puñetazo…Después, el chico que estaba en el suelo, al que creí haber roto una costilla (más o menos), empezó a gimotear:

- Dale fuerte Dave! Mira lo que le ha hecho a Tom!

Dave se volvió para ver a sus amigos. Sonrió maliciosamente, mirándome. Le sostuve la mirada, no pensaba flaquear. No le daría la satisfacción de verme rogar por nada.
Como si hubiera leído mi pensamiento, hizo una mueca de asco y me pegó otro puñetazo en el estómago, con tal fuerza que pensé que acabaría escupiendo sangre. Sentí que mis piernas perdían fuerza y en unos segundos me vi en pie solo porque mis captores me sujetaban así.
Parecía que iba a continuar así hasta que se hartara, y yo cada vez me sentía con menos fuerzas para resistirme, para idear algún plan. Pronto vino otro puñetazo, si cabía incluso más fuerte que el anterior. Me mordí la lengua. No quería llorar. No quería gritar. No me importaba el dolor…Pero me aterraba la idea, de verdad me aterraba la idea de que mi fuerza fuera tan insuficiente. ¿Acaso necesitaba ser rescatada?

Otro puñetazo.

¿Acaso era cierto que dependía de los demás?

Un rodillazo en las costillas. Escupí sangre.

¿Acaso no podía defenderme sola? ¿Después de tantos años entrenando precisamente para situaciones como esa?

De nuevo, otro puñetazo.

¿Cómo miraría a mis amigos a la cara después de esto…?

Cerré los ojos con fuerza, llegó el siguiente puñetazo.

No.

Dave y sus amigos se reían. Dos de ellos ya se habían ido, creí haber oído que iban a llevar al que pegué a un médico, así que ahora eran tres. Sus risas, aún así, parecían las de cientos de personas. Las de todas las personas que me había cruzado en mi vida a las que les había dicho “Sé cuidar de mí misma”.

No podía permitirlo. Sencillamente, no podía hacerlo.

Abrí los ojos despacio, como si, de repente, todo fuera a cámara lenta. Dave recargaba el puño en lo que sería el siguiente puñetazo, y entonces...se escuchó el sonido de una rana croando. Dave paró al instante, sobresaltado. Las risas de sus amigos dejaron de escucharse.
Fue cuando lo vi claro. Aproveché ese segundo y saqué fuerzas de donde no había.
Levanté mi pierna con rapidez pateando a Dave en plena nariz, notando el crujido bajo mi bota, y tiré a la vez de mi brazo derecho con todas mis fuerzas mientras utilizaba mi pierna como zancadilla, derribando a su otro amigo. Esta vez, no tendría compasión.
Me zafé del agarre del de la izquierda, aprovechando ahora parar girar con brusquedad la muñeca de mi primer captor. Las tornas habían cambiado: Dave se llevaba las manos a la cara, gimiendo de dolor por la nariz rota y con el rostro empapado en sangre. Su compañero, que hasta hacía unos segundos se encargaba de sujetarme, gritaba en el suelo por su muñeca destrozada, cuya forma no tenía nada que ver con la que tendría que tener un brazo normal. El tío restante me miró tan solo unos segundos sin saber qué hacer, cuando se decidió a coger al de la muñeca rota e instarlo a que se levantara y se fueran de allí. Dave pareció entonces darse cuenta de cuál era su situación: solo quedábamos los dos. Mientras, yo me apoyaba en la pared con una mano, plantándole frente. Me miró con una rabia que ni si quiera yo era capaz de tener hacia él, y entonces exclamó:

- ¡haré que te arrepientas de esto!!

Se dio la vuelta, y salió corriendo.
Por unos segundos fui incapaz de asimilar lo que acababa de pasar. Yo….¿los había vencido?

¿Realmente lo había hecho?

Parpadeé. Sí, lo había hecho.

La adrenalina del momento me había hecho olvidarme por completo del dolor atroz que sentía en el costado, pero no tardó en volver, y de golpe. Me doblé con aprensión y mis piernas perdieron su fuerza, dejándome caer, arrodillada, sobre el suelo.
Alcé la mirada, intentando pensar en algo que me ayudara, ignorando por completo que en mi bolsillo mi móvil vibraba. Sin darme cuenta, había dejado que la tarde trascurriera, pues ya casi era de noche. Sonreí: la luna llena estaba preciosa….

Poco a poco, fui perdiendo la visión y casi imperceptiblemente percibí que mi cuerpo caía al suelo, mientras el sonido de una rana croando inundaba el silencio de la noche…

Recuerdos de Vicky, 4.

- ¡Jacke! ¿qué haces aquí?
- Sabes que no me gustan estas cosas…solo he venido porque sé que esto te importa. – dijo en un tono aburrido.

- Podrías aprovechar y divertirte también, ¿sabes? No es malo hacerlo de vez en cuando.

- Sí, sí…¿y qué se hace en estas fiestas exactamente?- me preguntó con un tono irritado.- La gente solo está bailando.

- Ahí está la gracia, tonto. Deberías sacar a alguna chica a bailar. –eché un vistazo a la pista.- ¿ves esa chica de allí? ¿la rubia? Parece estar esperando que alguien la rescate de Don Pulpo. Uh…si yo fuera ella lo estaría pasando mal. – me reí.

Esperé a ver qué me decía, y me colocó mi sonrisa favorita, la misteriosa.

- Lo siento por ella, la verdad. Pero lo cierto es que tenía pensado sacar a otra persona.

Sentí que el corazón se me aceleraba y me di cuenta entonces de que la distancia entre nosotros era peligrosamente corta.

Y justo cuando él abría la boca para lo que supuse que sería una proposición de baile…apareció Dave!!

- Hey…Vicky.- me pasó un brazo por la cintura.- ¿quién es este?- dijo en tono desafiante.

Pero bueno, ¿de qué iba ese imbécil? Me aparté de su abrazo y me dispuse a replicarle, pero Jacke se me adelantó:

- Nadie. – dijo, en un tono frío que hacía mucho que no escuchaba. Me quedé mirándole, demasiado aturdida como para comprender lo que estaba diciendo.- Vicky, una gran fiesta. Nos vemos el lunes, si acaso. – se dio la vuelta, caminó entre la multitud y pronto le perdí de vista.

¿Cómo que NADIE?! ¿y qué significaba ese “si acaso”?

Escuché las risas de Dave a mi lado.

- ¿te juntas con gente como él?.- volvió a reírse.- tú vales más que eso, Vicky. Venga, vamos a bailar.

Le empujé. ¿Qué hacía ese idiota dándoselas de chulito?

- ¿pero de qué vas, nena? -dijo despectivamente.- Olvida a ese tipo, era un perdedor. Vamos a bailar,venga.- me cogió del brazo. Más bien parecía que me tiraba, me estaba haciendo daño.

Y eso… fue la gota que colmó el vaso. Era consciente de que lo que iba a hacer podría perfectamente dar fin a la fiesta en la que tanto tiempo me había estado esforzando. Pero en ese instante, me importó un pepino. Cogí su muñeca, la giré, le golpeé el gemelo y le dejé caer. Alguien en el fondo paró la música. Alcé la vista y me di cuenta de que se había formado un corro alrededor. Shad y Lilly Estaban a dos pasos de mí. Se me cruzó por la mente la pregunta de cómo habían llegado tan rápido, pero solo lo pensé un instante. En ese momento Dave se estaba levantando, y con la cara desencajada hizo ademán de acercarse a mí…pero pronto se le quitó la idea de la cabeza. Oí cómo se acercaban esos dos (Lill y Shad, y probablemente alguno que otro más) con la idea de hacer de muralla para mí. Sinceramente, odiaba esa actitud. Yo podía defenderme muy bien solita. Pero…también la comprendía. Yo habría hecho lo mismo.

- Dave…-susurré.- vete.

Pensé que iba a replicar, pero se lo pensó dos veces. Salió empujando a los que veía y con un portazo. Los cincos o seis amiguitos que habían venido con él parecieron decidir que les valía más seguirle, así que también se marcharon. Intenté actuar normal. Suspiré y me puse los brazos en jarra.

- ¡cualquiera que actúe como él EN MI FIESTA acabará en el suelo, capicci? .- le grité a la multitud. Al instante cambié mi cara a una sonrisa.- que siga la fiesta.

Alguien volvió a poner la música y poco a poco la gente volvió a empezar a bailar. Al cabo de unos diez minutos todo era normal.

Lilly se me acercó y nos fuimos al servicio, en el que había un par de chavalas, pero al menos el ruido de la música estaba amortiguado.

- ¿qué co** ha pasado, Vicky? ¡no vuelvas a preocuparme así!.- me regañó.

No era justo, solo me llevaba 3 meses… ¿por qué leches actuaba como mi madre? Vvvvvvv…

- Todo iba bien hasta que llegó Dave. –repliqué.- Jacke iba a sacarme a bailar cuando él se acercó y empezó a abrazarme como si fuera “suya”.- apreté los puños.- Lilly, ¿crees que seguirá cerca? Puedo seguirlo y darle una paliza…

Me metió una colleja.

- ¿qué más ocurrió?

- Jacke…Jacke se fue, creo que pensó que realmente Dave y yo estábamos juntos. – suspiré, llevándome las manos a la cabeza.- luego Dave empezó a llamar a Jacke perdedor, y me instó a ir a bailar con él. Se puso algo agresivo, me cogió del brazo y fue empujándome a la pista, aquello fue lo que hizo que acabara en el suelo.

- Entiendo…entonces supongo que hiciste bien. Lamento haberte instado a bailar con otros…- se disculpó.

- No digas tonterías, Lill. Era lo que me hacía falta en ese momento. Además, si no hubiera sido yo habría sido otra pobre chica.

- Y es poco probable que la otra supiera artes marciales.- sonrió. - ¿qué vas a hacer?

- Creo que por ahora voy a salir a tomar el aire. – antes de que ella me replicara, contesté.- por aquí cerca. Tranquilízate, él ya se habrá ido.

- No, no me gusta, Vick. Parece la clase de chico que esperaría escondido hasta que la fiesta terminara y te pillara sola…y entonces, ¡pum! Asesinato en primer grado. Y yo no quiero que vayas a la cárcel por matarle…

Nos reímos. Qué chica…

- Pero en serio…no me gusta. Por fa quédate.- me cogió de las manos para enfatizar su mirada suplicante.

Suspiré.

- Lo siento, pero lo necesito. Sabes que cuando tengo sobrecarga necesito relajarme. Y ahora estoy al 110%, Lilly.

- Supongo que te habías hecho muchas ilusiones para hoy, eh?- respondió con una triste mirada.- .Está bien. Pero ten el móvil a mano. Y dame un toque cada dos minutos para que yo sepa que sigues viva.

- No pienso hacer eso -.-

- ¿quieres que te castigue sin salir, eh, señorita?

A veces daba miedo el parecido que tenía con mi madre…

- Está bien, está bien. No tardaré.



Salimos hacia la avalancha de gente y yo me dirigí hacia la salida, notando la mirada de mis amigos clavada en la nuca. Antes de que empezaran a hacer preguntas sobre a dónde iba y a decirme que no debería, me escabullí entre la gente, y salí.





Lo cierto es que hacía algo de fresco, pero supuse que yo sentía más frío debido al cambio de temperatura con el calor de la fiesta. Y, en fin, como no sabía muy bien hacia dónde quería dirigirme, empecé a andar, decidida a no pensar en un destino para mis pies.

Notaba cómo el aire rozaba mi cara y el bello de la nuca se me erizaba, pero estaba decidida a no dejarme llevar por el frío, así que empecé a dar zancadas decididas, como si quisiera auto convencerme de que no estaba temblando.

Poco a poco, mi cabeza empezó a llenarse de pensamientos.

Intenté ser práctica y me concentré en la fiesta. La verdad es que estaba segura de que más de uno pensaría que yo estaba mal, triste o como suelen decir “en plan emo”. Apostaba por Shad y la pava de su novia, estaba casi completamente segura de que estarían preocupados, pero pensar en ello solo me cabreaba más, así que pasé de página. Lilly también estaría preocupada, pero si me había dejado ir es porque en el fondo sabía que yo iba a estar bien. A veces me frustraba de sobremanera que se preocuparan por mí sin fundamento, pero aunque esta vez tuvieran motivos para hacerlo, no estaría mal que confiasen un poco en mí. Joder, que no me rompo a la primera. A esas alturas ya deberían saber que no soy tan débil como ellos me hacen parecer. Notaba cómo el enfado afloraba en mí. Me reprendí a mí misma por enfadarme por algo que ni si quiera había ocurrido aún, pero lo cierto es que sabía que iba a ocurrir. Harta de martirizarme por lo inútil que a veces mis propios amigos me hacían parecer, encaminé mis pensamientos a cosas más halagüeñas.

Lo cierto es que estaba orgullosa de mí misma por haberme sabido defender de Dave, aunque no es que fuera alguien muy listo, la verdad. Aún así, estaba bien comprobar que no era la chica patosa y torpe que ostentaba un indigno cinturón marrón. Pero, y a pesar de todo, por mucho que intentara evitar pensar en ello, Jacke acababa reapareciendo en mis pensamientos. Me decía a mí misma que no iba a conseguir nada dándole vueltas, pero lo cierto es que lo hacía de igual modo. Así que como no podía evitar pensar en lo que me había ocurrido con él, intenté buscarle también una solución a eso.

Bien, estaba claro que no sólo se había ido decepcionado por no poder bailar conmigo, sino que también habría imaginado que yo estaba con el idiota de Dave. Confiaba en que se acabaría enterando de que al final le mandé a tomar viento, pero Dios sabe cuánto tiempo podía pasar hasta entonces, y qué más podía suceder.

Eso era un punto a mi favor, pero Jacke sería reticente. Seguramente no querría mirarme a la cara en un tiempo, lo cual siempre me había parecido algo inmaduro. Pero bueno, era Jacke, se le perdonaba.

De todas maneras, tenía que asegurarme de hablar con él cuanto antes e intentar arreglar la situación. Me daba igual ese estúpido baile, no quería perder su amistad. Y ese tono frío no paraba de rondar por mi mente, como si algo en mi ser me dijera que algo había cambiado entre nosotros.

De repente, una sensación de pánico me invadió.

¿Y si se negaba a escucharme? ¿o no quería hablarme? ¿y si decidía irse otra vez a su casa de campo a pasar unas vacaciones que duraran semanas? ¿y si empezaba a odiarme y luego era tard…

Antes de poder terminar mis lúgubres cavilaciones, escuché el sonido de una rana croando. Asustada, comprobé que estaba sola en la calle, pero me había alejado más de lo que en un principio había sido mi intención. Confundida, intenté averiguar de dónde salía ese sonido de sapo, y justo cuando me di cuenta de que era mi nuevo tono de llamada, colgaron.

Era Lilly.

Suspiré y me hice un mohín, seguro que ya estaba montando una patrulla para ir en mi búsqueda y captura, así que no tardé en devolverle el toque. Esperé que interpretara el hecho de que no le había contestado la llamada como que simplemente no me apetecía, y continué mi camino. Al dar unos pasos, fue cuando ocurrió. Lo cierto es que estaba tan pendiente del móvil que ni si quiera me había dado cuenta de que Dave estaba frente a mí, y me llevé un buen susto cuando alcé la mirada. Me paré en seco, sin decir nada, simplemente mirándole. Luego, las risas a mi espalda me advirtieron de que sus secuaces estaban detrás de mí, bloqueándome la salida y, sin duda, preparados para hacer lo que Dave quisiera. Intenté barajar mis posibilidades. Lo único que me inspiraba esa pandilla era rabia, frustración por haber caído en esa trampa y compasión por ellos. Pero no miedo. Mis amigos me lo habían dicho muchas veces, esa pequeña parte de mí que se permitía ser temeraria de vez en cuando. Vi cómo Dave sonreía de forma maliciosa:

- Vaya, vaya. Hola, Vicky, ¿cuánto tiempo no?- se acercó, quedando peligrosamente cerca.- ¿qué tal ha ido la fiesta?